Anna Dot. Ci siamo. Omaggio alle famiglie Milella e Ibrahimaij. Casino de Vic, Vic (Barcelona)

(Aviso: este texto es un poco largo)

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Necesitaba una excusa. O quizás tan solo algunas fotografías para ilustrar este texto. Por este motivo, el pasado domingo 22 de enero me desplacé hasta el Casino de Vic para ver con un queridísimo amigo y mis propios ojos lo que no pude ver el fin de semana anterior. Es decir, Ci siamo. Omaggio alle famiglie Milella e Ibrahimaij, la penúltima exposición de Anna Dot (Vic, 1991) en su ciudad natal.

P: ¿Y dime, qué te pareció?
R: Me gustó mucho. Bastante más de lo que imaginaba.

P: ¿Podrías ser más preciso?
R: Pues nada, que no recuerdo el tiempo que hacía que no iba a una exposición con tantas expectativas y que, al verla, no solo se vieran colmadas sino que me permitieran acceder a aquel tipo de detalles que difícilmente se perciben a menos que las cosas se vean en primera persona, deteniéndose ante lo que llama la atención, olvidándose del tiempo que pasa, saliendo de la exposición sin recordar cuando habías entrado, con ganas de prolongar su lectura, deseando hablar de lo que habías visto, preguntándote a partir de una palabra, un gesto, un sonido, una imagen, un trazo, etc. Disfrutando. Algo que no pasa demasiado a menudo.

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P: Entiendo. Pero ¿a qué se debían tus expectativas?, ¿conocías previamente el trabajo de Anna Dot?
R: Si. Te cuento. Recuerdo que la primera vez que supe de ella fue a través de un artículo que escribió para A*Desk y cuyo enfoque no sólo critiqué si no que, posteriormente, lamenté haberlo hecho. A raíz de aquella entrada al tiempo que descubrí lo que, para mí, se ha convertido en una de las voces más lúcidas de nuestro panorama artístico de proximidad, también entendí que a una yugular no es necesario precipitarse a menos que te lo pidan.

Después de aquel percance volví a coincidir con ella en el marco de la treceava edición de Biennal d’Art Ciutat d’Amposta (BIAM). Me había desplazado hasta allí para asistir a la inauguración. Y en el transcurso de la misma se hizo público el nombre del ganador: Anna Dot. Con Static explosion, una obra-oxímoron consistente en un juego de espejos reproduciendo una escena que se repetía cada noche, como si fuera un fenómeno mágico. En palabras de la propia Dot, Static explosion era como «una poesía fruto de la relación con un lugar». Una poesía que, a través de su reconstrucción en el espacio, había encontrado la manera de mantener la simbiosis entre los elementos que la componían. A saber: el recuerdo de un descampado de Torelló por el que pasaba cada día y el efecto de unos cristales que aparecieron por allí provocando el fenómeno mágico que daba pie a la instalación. O lo que es lo mismo, unos cristales procedentes de aquel descampado -tan tarkovskiano, según la propia artista- dos espejos colgados a ras de suelo y tres fotografías tituladas como el inicio de relatos a medio terminar, recreando una suerte de explosión detenida, parada en el tiempo y abierta a infinidad de posibilidades narrativas. Algo así como hilos de los que tirar para seguir investigando alrededor del lenguaje y los procesos cognitivos.

P: Por lo que intuyo, parece ser que el trabajo de esta artista se fundamenta en las posibilidades narrativas de una experiencia -o «de fe o confianza en aquellas cosas que se nos escapan pero que forman parte de nosotros», como dice la artista- planteada como exposición/texto en un espacio/cuaderno para que el espectador tire del hilo si así lo desea.
R: Si. En parte, diría que sí. Aunque creo que lo suyo es más una búsqueda constante, dilatada en el tiempo e iniciada con la certeza de que nunca va a terminar. Es decir, lo que se conoce como una investigación.

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P: Has dicho que la primera vez que supiste de ella fue a través de un texto y la segunda a través de una exposición, ¿ha habido una tercera?, ¿cómo ha sido?
R: Si, ha habido una tercera, una cuarta y espero que muchas más. Nunca deja de sorprenderme la calidad de su reflexión, la resolución formal de sus propuestas, la honestidad de su discurso y la sencillez con que lo cuenta todo. Sin atisbo de arrogancia. Algo así como lo que también percibo tras la obra de Lúa Coderch, una artista con la que Anna Dot creo que comparte más de una cosa.

La tercera vez que supe de ella fue a raíz de su exposición en el Espai Cub de La Capella. Una exposición titulada Until I am no longer able to stand, concebida para visibilizar un proceso de trabajo y, tal como apunta David Armengol, «una declaración de intenciones que anuncia una dinámica de trabajo más sensible a la temporalidad procesual que a la formalización final en el espacio de exposición». Un tiempo que, relegando a un segundo plano el espacio de exposición, se expande y fuerza hasta producir situaciones inesperadas. Algo propio de las prácticas filibusteristas cuyo eco se deja escuchar desde la base de este proyecto. Emplazándote a leer lo que explica la hoja de sala sobre la exposición, me gustaría decir que lo que a mí me pareció fue un generoso gesto de reflexión en torno a la solidez y porosidad del lenguaje, la red de conexiones que existe entre intereses supuestamente inconexos, los muros que construimos para guarecernos o defendernos de los demás y un ejercicio en torno a la oralidad «donde la precisión, la dispersión y la extensión se funden en el habla para explorar los mecanismos de construcción del discurso mediante la traducción simultánea de lo que se piensa mientras se dice». Es decir, otro viaje en torno al lenguaje y los procesos cognitivos pero más elaborado, complejo y narrativamente imprevisible que el sugerido en su obra para la BIAM.

A partir de aquel tipo de discursos que, en base a un asociacionismo libre de conceptos, noquean a quien escucha hasta el punto de impedir que participen, el broche a esta exposición concebida por Dot en la Capella fue una sesión de poco más de nueve horas, protagonizada por la propia artista, titulada El Gran Discurso y consistente en una disertación en torno a ideas, reflexiones y pensamientos argumentada hasta la extenuación a la manera de Michel de Montaigne (1533-1592), todo un referente para la artista pero también para los constructores de muros con palabras.

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P: A partir de lo que has venido diciendo, veo que en la obra de esta artista aparecen a lo largo de su trayectoria elementos, ideas e intenciones que se repiten, perfilan y enriquecen para reflexionar en torno a la palabra, el lenguaje, el tiempo, la resistencia, lo hilvanado y lo construido. Y todo ello sobre la base de una necesidad, el deseo de conocer y la voluntad de saber quién eres. Además de todo esto, también percibo el tiempo tratado como si fuera un material, la acción como un texto, la exposición como un hilo para tirar y este acto de estirar como el acceso al universo de una artista que piensa mientras habla, dice lo que piensa y nunca ve un vaso vacío porque siempre está vertiendo (1).
R: Efectivamente. En relación a la acción y el tiempo, el habla y el lenguaje pero también al hecho de traspasar fronteras y entender que caminar también puede ser una práctica estética, otra de las intervenciones de Anna Dot que a mí se me antojó como pura poesía fue la que propuso para la Nau Côclea de Camallera en el marco de lo que se conoce como la ruta Benjamin. Una ruta que, pensada en homenaje a la que realizó Walter Benjamin entre Banyuls y Portbou antes de suicidarse, organiza cada año este centro del Empordà a partir de la «mirada contemporánea» del artista que invita a participar. La respuesta de Anna Dot a esta petición fue una acción referencial que, bajo el título de Se escondían detrás de los árboles, consistió en recrear en esta zona del Pirineo el espíritu de los hombres-libro de los bosques de Farenheit 451, la novela escrita por Ray Bradbury en 1953 y magistralmente cinematografiada por François Truffaut en 1966. Para el desarrollo de esta acción Dot se sirvió de la colaboración de cuatro hombres-libro que, en distintos puntos del trayecto, recitaron fragmentos de obras de Walter Benjamin, Hannah Arendt y autores censurados durante la dictadura franquista. Una brillante invocación literaria a la tensión que se respira en las zonas fronterizas. Es decir, allí donde trabaja Anna Dot. Aquello sobre lo que se cuestiona. El límite por el que se mueve, piensa, habla, actúa, escribe.

P: Veo que hablar de la tensión que late en las fronteras, sean éstas las que sean, es también muy frecuente en la obra de esta artista. No sé hasta qué punto estarás de acuerdo. Si es así, ¿a qué crees que se debe?, ¿a un deseo de salir de una siempre tediosa zona de confort?, ¿a invitar al espectador a ir más allá de lo que ven sus ojos?, ¿a explorar el mundo para saber dónde está?, ¿a hablar de lo que todos hacemos pero mejor, con otra sensibilidad y esa habilidad que sólo el artista suele desplegar para la realización de su obra?.
R: No lo sé. Aunque me gusta que te refieras a la frontera. Por que después de construir una con palabras durante su discurso montaigneano de la Capella, el siguiente proyecto al que se enfrentó Dot fue a la construcción de lo que propicia esta entrevista y que quise ver el 22 de enero con un queridísimo amigo y mis propios ojos.

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Titulada Ci siamo. Omaggio alle famiglie Milella e Ibrahimaij, la exposición de Anna Dot en el Casino de Vic transcurre en torno a la construcción de un muretto a secco con la colaboración de su padre, Joan Dot -a la sazón, un experto en la construcción de muros-, la mediación de la familia Milella, el asesoramiento de la familia Ibrahimaij y la participación de quienes se acercaron durante la inaguración para ayudar con sus manos en la construcción de esta pared seca.

Por bien que la traducción de la expresión italiana Ci siamo se podría resolver como en un estamos (en tal lugar) a veces puede tener otras acepciones. Por un lado puede ser un anuncio de que casi estamos llegando (a tal lugar) y, por otro, expresar nuestro apoyo a alguien como quien dice estamos contigo.

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Tal como me contó la propia Anna Dot, el proyecto nace de una estancia en Bari y una cadena de coincidencias a partir de intereses que se iban entrelazando. Por un lado, su inmersión en la cartografía marítima y la posibilidad de percibir una cultura tras el dibujo de una carta marina. Por otro el acceso a expertos albaneses en la construcción de muretti a secco para «gloria» de los italianos. Por otro el descubrimiento de un mapa de la Puglia en el s. XIV donde las líneas que figuraban correspondían a los muros que dividían el territorio. Por otro el conocimiento de los Mártires de Otranto o el asesinato de 831 otrantenses por rechazar convertirse al islam cuando los otomanos invadieron la ciudad en 1480. Por otro la noticia de que, tras esta masacre, se construyeron torres de vigilancia en la costa para impedir que algo parecido volviera a suceder. Por otro la coincidencia de que tanto la carta que se reproduce en la invitación a la exposición como la construcción de muretti a secco no fueran hechos por italianos si no por extranjeros. Y para terminar, la tendencia de la artista a tirar de un hilo cuando intuye que se esconde una posible narración. Por imprevisible que sea.

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Con esta suma de ingredientes y la posibilidad de exponer su investigación, la propuesta que concibió Anna Dot consistió en un homenaje a la trascendencia del muro a secco en tanto que cruce de culturas, elemento común para la delimitación de territorios y/o fronteras, paradigma de labor cuyo arte se transmite observando cómo se hace y la posibilidad de plantear una exposición en la que el aspecto performático fuera tanto o más importante que lo que iba a permanecer.

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Por cuestiones ajenas a la voluntad de la artista pero bien canalizadas como suele hacer en sus proyectos, el muro de una tonelada que se construyó el día de la inauguración tuvo que ser desmantelado al día siguiente debido al peligro que representaba para la estructura del edificio. Lejos de ser un problema, el espacio que ocupaba el muro fue substituido por el plástico que se usó durante su construcción, las manchas de barro que quedaron creando una suerte de extraño sudario, una pala, un nivel, gavetas con grava para el alma de los muretti a secco y el audio grabado por la artista en Bari cuando los albaneses le enseñaron a construir un muro mientras los italianos se le traducían. Desaparecido el corpus delicti pero no el rastro de su existencia, lo que allí sucedió durante los dos primeros días de la exposición es hoy un recuerdo que atesoran con primor los clientes del Casino de Vic, quienes supieron de la brevedad del acontecimiento y la noticia aparecida en un diario local certificando lo sucedido a través de una fotografía y un texto breve. En definitiva: un rumor, una noticia.

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Complementando el rastro de aquel muro para dar a entender que no surgía de la nada, en una estantería instalada junto a la entrada de la exposición se mostraban ejemplos en miniatura de cambios de paradigma epocal. O, como dice la propia artista, de estratos de tiempo en construcciones pugliesas. A saber: una cueva del paleolítico convertida en vivienda tras la construcción de una fachada entre los siglos XV-XVI, la alteración simbólica de una columna entre los siglos XV-XVIII, muestras de torres del siglo XVI reutilizadas en el XIX para construir casas o el cráneo de un cordero enmurado albanés en un muretto a secco de la Puglia italiana.

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P: Bien, pese a intentar centrarte en la exposición de Anna Dot en el Casino de Vic veo que podrías seguir hablando hasta que el cuerpo te dijera basta. Yo, personalmente, daría por terminada esta sesión. Con lo que me has contado ya me hago una idea de por dónde va su trabajo. Si pudieras concluir diciendo algo que fuera breve, estaría muy bien. ¿serías capaz?
R: (risas) sí: Anna Dot es lo que entiendo por artista.

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(1) La imagen del vaso que vierte fue usada por Anna Dot durante la presentación en Múltiplos del catálogo de su exposición en la Capella. Con esa imagen quería poner de manifiesto no sólo el carácter performativo de su manera de trabajar si no también la imposibilidad de dar por cerrado un proyecto ante el alud de aportaciones que no cesan de enriquecerlo. Aportaciones que, para la artista, ayudan a entender que su obra es coral y concierne a más de uno.

 

 

 

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